¿Puede estar el desarrollo de infraestructura vial entre los motores de pérdida de biodiversidad en Colombia?
- David Muñoz

- 9 ago 2024
- 3 Min. de lectura
A propósito de la COP 16, la cumbre de biodiversidad más importante del mundo, que se llevará a cabo este año en Cali, desde Techo de Agua Corporación Ambiental proponemos una reflexión colectiva sobre las implicaciones de la realización de esta cumbre, las condiciones de la diversidad biológica y los principales retos de la conservación en la región y el país.

Uno de los principales motores de pérdida de biodiversidad en Colombia tiene que ver con el cambio de usos del suelo y la fragmentación de hábitats, estos dos procesos casi siempre están emparentados, aunque no necesariamente se derive de ello una relación causal.
El desarrollo de infraestructura vial: entre los motores de pérdida de biodiversidad
Uno de estos fenómenos, que hoy afecta ecosistemas ya fragmentados es la infraestructura vial, sobre todo las autopistas de Cuarta Generación (4G), vías rápidas con alto volumen de tránsito. Hoy en Antioquia hay diez (10) grandes proyectos de este tipo; Pacífico 1, Pacífico 2, Pacífico 3, Mar 1, Mar 2, Vías del Nus, Magdalena 2, Conexión Norte, IP Antioquia-Bolívar y Bucaramanga-Barrancabermeja-Yondó, el hecho de que ninguna de estas obras adopte un enfoque de ecología de carreteras augura una pérdida progresiva de biodiversidad en la región, situación de la que ya se tienen señales.
Los parámetros de construcción de estas carreteras no incluyen criterios de sostenibilidad ambiental, más allá del licenciamiento que, de carácter obligatorio, pone el énfasis en cuantificar elementos del “componente abiótico” desconociendo la complejidad y la necesidad de conectividad de un “ecosistema”, así mismo, esta normatividad basada en el principio de jerarquía de la mitigación, termina agotándose en desarrollar acciones de “compensación”, es decir, monetizar daños ambientales irreparables. Es claro que la construcción de estos corredores viales está concebida meramente en clave del flujo de mercancías y personas, ignorando el ciclo natural de cientos de especies de flora y fauna cuya única posibilidad de pervivencia está en el intercambio y libre desplazamiento.
La falta de un enfoque de ecología de carreteras ha implicado que los proyectos no incluyan pasos de fauna, reductores de velocidad, señales de prevención de atropellamiento de fauna silvestre, o restauración de corredores biológicos interrumpidos; pongamos por caso la doble calzada Medellín- Santa fe de Antioquia, inaugurada en 2022, donde pobladores de la zona, tras innumerables casos de atropellamientos de fauna silvestre se vieron obligados a conformar una veeduría y solicitar la instalación de pasos de fauna elevados para mamíferos arborícolas. Otro caso similar ocurre en la construcción de Puerto Antioquia, en el Urabá, donde además de la afectación a los relictos de mangle, la nueva vía para conectar el puerto, “terminará de fragmentar un delicado ecosistema en donde habitan dos especies amenazadas de primates” (Alzate, 2024) como lo documentó rigurosamente la revista Vorágine.
Otro caso preocupante es la degradación y fragmentación del corredor del Oso de anteojos (Tremarctos ornatus) única especie de su género, entre el occidente y el suroeste de Antioquia, estas poblaciones están siendo llevadas de manera progresiva a un embudo de extinción, es decir, a una inevitable desaparición en esta parte de la cordillera occidental, condenados a ocupar bosques cada vez más pequeños y aislados se están viendo obligados a reproducirse entre individuos de una misma familia, ocasionando una degeneración del linaje, lo que pone en riesgo su salud y por ende, las condiciones de su supervivencia.
De modo que, efectivamente, el desarrollo de infraestructura vial está entre los motores de pérdida de biodiversidad, afectando el desplazamiento e intercambio natural de especies de flora y fauna que hace posible el crecimiento de las poblaciones, su intercambio genético, el equilibrio de la cadena trófica, y, en general, el mantenimiento de la biodiversidad. Por ello, en el marco de la actualización del Plan de Acción de Biodiversidad y en la efervescencia del debate público y académico alrededor de la conservación, el Estado colombiano debe exigir a los contratistas de los proyectos de infraestructura vial que introduzcan un enfoque de ecología de carreteras e implementan las medidas necesarias para conservar la vida en sus múltiples manifestaciones.
Referencias
Alzate, C. (20 de febrero de 2024) No hay otro bosque para los monos. https://voragine.co/historias/reportaje/no-hay-otro-bosque-para-los-monos/





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